lunes, 13 de abril de 2009

Enfermedades curiosas y raras

No hay duda de que las enfermedades no son nada divertidas. Sin embargo, algunas de estas enfermedades son tan peculiares que uno no puede dejar de sentir curiosidad por ellas. El cuerpo humano, la máquina increíble, a veces tiene un funcionamiento imperfecto.


Síndrome del acento extranjero:



Supón que te levantas por la mañana y empiezas a hablar con acento francés, chino o italiano. Suena divertido pero no tiene ninguna gracia para los que lo padecen, ya que habitualmente es una secuela de una apoplejía u otra grave lesión cerebral anterior. Los pacientes bajo este mal hablan su lengua materna, de forma involuntaria, como lo haría un extranjero, sin ni siquiera haber escuchado jamás el acento en cuestión. Se cree que esto sucede cuando las zonas dañadas del cerebro corresponden con las encargadas del lenguaje. Este efecto es inevitable para la propia persona y, por su brusca aparición, suele traer como consecuencia problemas emocionales relacionados con la pérdida de identidad personal y del sentido de pertenencia a una comunidad. Al ser alteradas las zonas del cerebro correspondientes a los patrones de entonación, pronunciación, elaboración y discurso, se oye como si uno hablara mientras recibe una potente anestesia. Así, no es que la persona finja el acento, es que simplemente le sale así, un acento extraño que no se parece a nada, pero extraño al fin.



La Maldición de la Ondina:



Esta si es fea. La leyenda germánica nos cuenta sobre el terrible y aleccionador castigo al que una ninfa (Ondina, ninfa de las aguas en la mitología germánica) condenó a su amante cuando descubrió que éste la engañaba. Lo sentenció nada más y nada menos que a ser responsable permanente de su respiración; es decir, el infiel no podía olvidarse ni un minuto de que debía de respirar, ya que si lo hacía, podía morir por falta de oxígeno. *La maldición de la Ondina (o síndrome de hipoventilación alveolar central congénita), significa no dormir nunca, pues al entrar al sueño se pierde la voluntad y con ello el control consciente de la función respiratoria. En algunos casos, los respiradores artificiales pueden ayudar. Este raro disturbio se presenta cuando se perturba la funcionalidad de los centros de la respiración situados en el bulbo raquídeo o estructuras vecinas.


Síndrome de Capgras:



Trastorno mental en el que el sujeto cree que sus seres queridos han sido sustituidas por impostores. La persona considerada como impostora tiene el mismo parecido físico, pero el enfermo cree que su mente no es la de la persona original. Quienes lo padecen no sienten una relación emocional entre la imagen que ven y la persona que recuerdan, muchas veces aceptan vivir con los “impostores” sabiendo secretamente que no son quienes dicen ser. En algunos casos no se reconocen a ellos mismos en el espejo y se sienten tan perturbados al ver al “Doppelgänger” en el reflejo que tienen que retirar todos los espejos de la casa. Otros casos son de pacientes que tienen la convicción de que su mascota, coche, silla, etc. han sido cambiados por una réplica exacta. Toma el nombre del psiquiatra francés Jean Marie Joseph Capgras. Esta enfermedad esta relacionada con daño cerebral, desórdenes psicóticos y varios problemas neurológicos que interfieren en la capacidad de reconocimiento del cerebro.


Síndrome de Alicia en el País de las Maravillas:



También llamada micropsia, es un desorden neurológico que afecta la percepción visual. Los sujetos perciben los objetos sustancialmente mucho más pequeños de lo que son en realidad (como si los vieran desde el lado equivocado de unos binoculares). Por ejemplo, un animal doméstico, como un perro, puede parecer del tamaño de un ratón, o un coche como un coche de juguete. Se le debe el nombre por el personaje de ficción creado por Lewis Carrol, Alicia, quien percibía las cosas demasiado pequeñas o grandes tras la ingesta de unas medicinas mágicas. Este síndrome suele ser temporal y venir asociado con migrañas. Carrol sufría de episodios de esta enfermedad, por lo que es posible que simplemente describiera su experiencia.


Pánico al Pene:



Koro (término javanés que significa “cabeza de tortuga”) es uno de los numerosos nombres para un tipo de histeria conocido en medicina como síndrome de retracción genital, un delirio agudo que se ve sobre todo en el Sureste Asiático y el sur de la China (zonas en las que la creencia en la brujería esta ampliamente difundida), donde el paciente se vuelve repentinamente angustiado y alarmado por el convencimiento de que su pene está encogiendo hasta desaparecer dentro del abdomen, para luego causarle la muerte (como la cabeza de una tortuga que se retrae hacia dentro). Hay muchos coreanos que se pasan la vida estirando su pene para no morir (excusas, excusas). Puede ser contagioso, como el brote de 1967 en Singapur, donde miles de hombres llegaron a pensar que sus penes habían sido robados. Se piensa es tan sólo una reacción extrema a la natural retracción del pene por el frío u otras causas. Este síndrome se puede tratar con medicamentos para la ansiedad.



Síndrome de Jerusalén:



Es una psicósis religiosa desatada por el impacto que causa visitar Jerusalén. Con más de doscientos casos al año, este síndrome, que también se ha observado en otros lugares de importancia religiosa e histórica desde la época medieval, ocasiona que sus víctimas lleguen a creer que son profetas (Sansón, la Virgen María y el rey Salomón son los preferidos) y recorran la ciudad promulgando las Santas Escrituras o exhortando a los pecadores al arrepentimiento. Suele ser un comportamiento inofensivo y desaparece al abandonar la ciudad. La excepción más importante ocurrió en agosto de 1969, cuando un turista australiano, Michael Rohan, prendió fuego a la mezquita Al-Aqsa, convencido de que era “el emisario de Dios”.



Síndrome de Stendhal:



Es un desórden psicosomático parecido al anterior, que se desata cuando el individuo es expuesto a demasiada belleza en un espacio corto de tiempo. Los síntomas van desde inofensivos mareos hasta psicósis total, y puede ser desatado por obras de arte famosas, áreas naturales hermosas o incluso ciudades enteras. Fue sufrida por primera vez por Stendhal, durante su paso por Florencia en 1817. Después de observar demasiado tiempo unos frescos, describió su experiencia como: "Absorto en la contemplación de tan sublime belleza, alcancé el punto en el que uno encuentra sensaciones celestiales. Tuve palpitaciones, la vida me estaba siendo drenada...". Y luego, a limpiar las paredes ¬¬.


Síndrome de Cotard:



El síndrome de Jules Cotard o delirio nihilista es un raro desorden en el que la persona que lo sufre tiene la creencia de que está muerta, no existe, se está pudriendo y ha perdido los órganos internos. Algunos enfermos incluso llegan a percibir el olor de su carne en putrefacción o sienten como los gusanos los van devorando. Un caso famoso del síndrome Cotard describe a una mujer que estaba tan convencida de su muerte que insistía en vestir un sudario y se instaló en un ataúd. Pidió ser enterrada y como sus familiares se negaron, permaneció en su ataúd hasta que falleció algunas semanas después. Hay otro caso de un hombre que tras un grave accidente pensó que ya estaba muerto, y cuando lo trasladaron a su ciudad natal, en África, pensó que lo estaban llevando al infierno, por el calor que allí hacía.


Síndrome de la Mano Ajena:



Otro desorden provocado por un trauma cerebral, este extraño mal hace que la víctima pierda el control de una de sus manos, la cual cobra vida propia y puede llegar a hacer cualquier cosa, desde gesticular a desabrochar los botones que la otra mano intenta abrochar. Esta enfermedad es también conocida como "síndrome de la mano anárquica", por su tendencia a hacer siempre lo contrario a lo que la otra mano hace, o también llamada "Síndrome de Dr. Strangelove", debido al personaje que Peter Sellers interpretaba en "¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú". Allí la mano mecánica del protagonista alternaba entre intentos de estrangularse a si mismo y en lanzar saludos Nazi. El paciente del síndrome puede sentir tacto en la mano, pero creer que no es parte de su cuerpo y que no poseen control sobre sus movimientos (incluso no es consciente de lo que su mano realiza hasta que llama su atención). La única solución es mantenerla ocupada, por ejemplo sosteniendo algo - pero mejor que no sea el cuello. Aunque puede parecer gracioso al principio, este desorden es peligroso en muchos casos. Se conoce testimonios de personas que han sido casi estranguladas por sus propias manos, o han recibido cortes de cuchillo de sus propias manos mientras preparaban la cena.


Síndrome Riley-Day:



No sentir dolor puede parecer una bendición, pero llega a ser letal para quienes padecen este mal que, entre otro síntomas, provoca insensibilidad al dolor. La enfermedad es causada por la mutación de un gen y es una condición rara en la población general pero no en los judíos asquenazí (descendientes de los judíos de Europa del Este), con una incidencia estimada de 1 caso por cada 3700 personas. El mal hace que sus víctimas sean excepcionalmente propensas a los accidentes, porque simplemente no advierten los avisos comunes de dolor como heridas, compresiones y quemaduras que nos mantienen alertas a nosotros. Los niños más pequeños incluso olvidan expirar, llegando a la pérdida del conocimiento, ya que contienen la respiración sin sentir la molestia que los niños normales tendrían. Los pacientes con Riley-Day tienden a morir jóvenes - la mitad antes de llegar a los 30 - debido a sus heridas.

No hay comentarios: