miércoles, 11 de marzo de 2009

Ilse Koch, la zorra de Buchenwald

Nacida en 1906 en Dresde, en la Alemania rural, Ilse Koch fue hija de un labriejo. En la escuela era considarada una niña tranquila y de buen comportamiento, que procedia de buena familia y fue popular entre los chicos de su edad. A los 15 años dejó los estudios y empezó a trabajar en una fábrica, aunque no tardó en convertirse en dependienta de una librería. Por ese entonces Alemania estaba sumida en un increible estancamiento económico y todavía padecia las consecuencias de la primera guerra mundial. Inmersa en la soledad, la joven Ilse se interesó por los nuevos y enérgicos personajes que frecuentaban la librería, entre los cuales se encontraban una rama oficial del Partido Nazi. La joven atractiva y pelirroja no tardo en abrirse paso entre sus filas y tuvo aventuras con varios miembros de la SS. Ilse se convirtió en secretaria de los nazis y fue personalmente elegida por Heinrich Himmler, jefe de las SS y de la Gestapo, para que se casase con Karl Koch, su ayudante principal. Con el tiempo Karl Koch fue nombrado coronel del infame campo de concentración de Buchenwald. En 1936, Karl e Ilse contrajeron matrimonio a medianoche en medio de un rosedal, a la recién casada no le molestaba la profesión de su esposo. Al contrario, se enorgullecia pues habia pasado de campesina a mujer de un alto funcionario. Construido en 1937 en la región rural de Weimar, Buchenwald fue uno de los primeros y mas grandes campos de concentración nazi. El campo se dividia en tres secciones principales. En el "gran campo" se albergaban prisioneros de cierta antiguedad, en el "campo pequeño" se alojaban los que estaban en cuarentena y en el "campo de tiendas de campaña", miles de detenidos polacos, enviados después de la invasión alemana del país en 1939. Buchenwald incluía otra faceta todavia más sobrecogedora, la investigacón médica, la misma consistia en las esterilizaciones sin anestesia, las inyecciones experimentales de nuevas drogas y disparatadas pruebas de resistencia humana ante el dolor, el calor y el frío. Ademas inoculaban a las víctimas enfermedades letales y luego las sometían a un estrecho seguimiento. Cuando llegaron a Buchenwald, Karl e Ilse Koch dedicaron los primeros meses a tener otro hijo para contar con el mínimo de dos vástagos que se exigia a los miembros más antiguos del Partido Nazi. Una vez cumplida la formalidad, el marido continuó con su trabajo y no tardó en olvidarse de ella. Al principio, sólo se tomó pequeñas libertades, por ejemplo exigió a los prisioneros que la llamasen "Gunadige Frau", aunque no tardó en abarcar otras actividades. Obsesionada con su aspecto, Ilse se daba baños en vino de Madeira mientras miles de prisioneros morían de hambre a pocos metros de la entrada de su casa. De día caminaba por el campo látigo en mano y pegaba a los detenidos cuyo aspecto no le gustaba. Echaba el perro a las embarazadas y chillaba encantada al comprobar que se asustaban. De noche organizaba orgías lésbicas con las esposas de los oficiales. Luego se dedicó a los subordinados de su marido y llegó a tener aventuras con doce a la vez. Ilse quedó fascinada con las técnicas de castigo y la tortura y no tardo en ganarse la fama de ninfómana y sádica. Uno de sus múltiples y retorcidos placeres consistió en permanecer a la entrada del campo a medida que llegaban nuevos prisioneros, los esperaba con los pechos desnudos, los acariciaba y gritaba comentarios subidos de tono, si alguno cometía el error de mirarla lo golpeaba hasta perder el sentido. Al mismo tiempo que la maquinaria bélica nazi se atascaba en el frente oriental, Ilse trataba el campo de la muerte como su terreno de juegos predilecto. Cierto día los guardias ejecutaron a unos prisioneros mientras trabajaban, Ilse se exitó notoriamente, aferro una pistola e incorporó a veinticuatro víctimas a la lista de muertos. A Ilse le encantaba adornar su hogar con trofeos malsanos y ordenó que decapitaran a varios prisioneros y encogiesen químicamente sus cabezas para que quedaran del tamaño de un pomelo, docenas de esas cabezas decoraban su comedor, en el que cada día compartia el alimento con sus hijo. Cierto dia se le ocurrio una idea, ordenó que a varios internos los desollaran y que con su piel la costurera preparara cubiertas para libros, billeteros, guantes y pantallas. Mientras la mayoria de las madres alemanas tejían para sus hijos bufandas y calcetines de lana, Ilse producia artesanias con restos humanos. Cuando los soviéticos avanzaron y el poderoso Tercer Reich comenzó a desplomarse, se sumo a los miles de personas en movimiento y se dirigió al oeste, en busca de la seguridad de los aliados. Durante los meses seguientes Ilse se perdió en el anonimato convencida de que los aliados estaban buscando a gente más importante. En 1947 fue capturada y encarcelada. A las puertas de la sala del tribunal se congregó una multitud que exigió su ejecución inmediata. Las autoridades la condenaron a cadena perpetua con trabajos forzados. En 1951 el general estadounidense Lucius D. Clay le concedio la libertad, basándose en "insuficiencia de pruebas" y en cuanto salió de la carcel fue nuevamente arrestada y juzgada. En 1967, desde su celda de la carcel bávara de Aichach, Ilse escribió a su hjo una carta en la cual no manifestó remordimientos ni la menor pena por los crímenes cometidos. El 1 de septiembre, a los sesenta y un años Ilse Koch ató varias sábanas, las sujetó de la lámpara que colgaba encima de su cama y se ahorcó. En su última carta escribió: "No hay otra salida para mí, la muerte es la única liberación"

1 comentario:

Stan55 dijo...

Escuche un programa de radio sobre estas "ilustres" alemanas y ahora leí ese texto. Tengo familiares, que perdieron la vida durante la 2ª Guerra Mundial, normalmente luchando contra los nazis. Mi abuelo murió en Auswitz, por ser activista de la resistencia polaca. Se muchas cosas que hicieron los Alemanes, pero también los Rusos, de que apenas se habla. Después de todo ese horror a alguien se le ocurre reunificar Alemania y dejar Polonia otra vez sola entre dos bestias. Pronto verán Ustedes como la historia se repite.